En el mundo de la doma clásica, cada vez es más frecuente ver caballos de gran calidad que no progresan como deberían. Animales con buen físico, buena genética y buenos movimientos... pero que, aún así, no alcanzan su verdadero potencial. ¿Por qué ocurre esto?
Una de las causas más evidentes —y, sin embargo, menos reconocidas— es que hoy en día muchos jinetes, tanto amateurs como profesionales, no saben realmente manejar un caballo. Y no nos referimos solo a la parte técnica de la equitación, sino a algo mucho más profundo: entender al caballo como ser vivo.
Un caballo no es una máquina. No puedes simplemente “pedir” y esperar que “responda”. Un buen jinete o entrenador sabe leer lo que está pasando por dentro del caballo, adapta su plan de trabajo, respeta los tiempos y busca un equilibrio entre exigencia y bienestar.
Sin embargo, también vemos criadores que seleccionan por moda, sin tener en cuenta el temperamento o la facilidad de entrenamiento. Entrenadores que aplican métodos estándar a caballos completamente diferentes entre sí. O incluso propietarios bienintencionados, que sin darse cuenta fuerzan a sus caballos a una vida artificial, aislada, rígida, sin posibilidad de expresar comportamientos naturales.
Hemos olvidado qué es realmente un caballo.
El caballo es un animal de manada, con una estructura social compleja, que necesita el contacto con otros caballos para sentirse seguro. Su organismo está diseñado para pastorear entre 14 y 16 horas al día, moverse constantemente, explorar, interactuar, jugar.
Y sin embargo, lo metemos en un box cerrado, solo, durante 23 horas al día, y esperamos que esté sano, equilibrado y feliz.
¿Cuántos caballos han muerto de un cólico por falta de movimiento o mala alimentación?
¿Cuántos desarrollan estereotipias —como tragar aire o caminar en círculos— por el estrés de una vida que no entienden ni pueden gestionar?
El problema no es la falta de talento en los caballos.
El problema es la falta de conocimiento profundo, empatía y respeto en muchos de los humanos que los rodean.
En Gallery Horse lo hemos visto muchas veces: caballos que cambian completamente cuando se les ofrece un entorno coherente, con espacio, rutinas claras, trabajo justo y una vida social estable. Y lo más triste es que muchos caballos extraordinarios no llegan nunca a tener esa oportunidad.
Como profesionales del sector, creemos que es nuestro deber transmitir a las nuevas generaciones que se acercan a la equitación qué tipo de ser vivo es el caballo. Entender su psique, su físico y sus emociones no es un lujo ni una opción: es la base para poder trabajar con ellos de forma ética, responsable y exitosa.