En el mundo ecuestre, todos hablan de genética, de talento, de resultados prometedores. Pero, ¿quién habla del momento adecuado para empezar? ¿Quién se atreve a decir “espera” cuando todos parecen ir con prisa?
Hoy queremos hablar de una preocupación creciente: la impaciencia por iniciar la doma de potros demasiado jóvenes. Porque sí, la prisa puede salir muy cara.
Una historia que vale la espera
Hace poco revisamos las radiografías de un potro de nuestro programa. Fuerte, bien conformado, próximo a cumplir dos años. A simple vista, listo para comenzar. Pero al consultar con los especialistas de la universidad, la respuesta fue clara: aún no está preparado.
Las placas de crecimiento de sus rodillas seguían abiertas. Empezar ahora no era solo arriesgado, era irresponsable. ¿La recomendación? Esperar 10 a 12 meses más. Darle tiempo a su cuerpo para crecer antes de someterlo al trabajo.
Las consecuencias de adelantarse
Comenzar demasiado pronto puede traer consecuencias graves y duraderas:
- Daño en las articulaciones
- Artrosis prematura
- Problemas de cojera crónicos
- Pérdida de rendimiento a largo plazo
Un potro que se apresura en su formación puede pagar el precio con una carrera más corta… o con dolor que podría haberse evitado.
La verdadera señal no es la edad, es el cuerpo
No entrenes por calendario. Entrena por madurez. Si tienes dudas, hazle radiografías. Deja que la ciencia —no la presión— guíe tus decisiones.
Porque un verdadero horseman no se apresura. Sabe que la base sólida es la que sostiene un futuro brillante.
La paciencia también es amor
Entrenar cuando el caballo esté listo no es perder el tiempo. Es proteger su bienestar, su salud y su carrera. Es darle la oportunidad de llegar lejos… sano, feliz y sin atajos.
¿Has vivido una situación parecida? Queremos leerte. Comparte tu experiencia y sigamos educando juntos por el bien de nuestros caballos.